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jueves, julio 27, 2006

En Barcelona...

Enamorada de una calle donde viví en Barcelona, escribí este texto.
Y además, por que tenía que llevar alguna redacción a mi reunión del "Lupanar"...

MI CALLE
He vivido en muchas calles. La primera de ellas, en Reynosa Tamaulipas, la de la casa de mi infancia. Calle, que primero fue una carretera nacional y que luego ampliaron dando como resultado: un bulevar. Quedaba bien mamá cuando la pronunciaba ante sus amistades que no tenían el privilegio de morar en tan afrancesada avenida. Yo miraba cómo le veían sus amigas a ella la boca cuando pronunciaba booulevaardt y le ponía como una t al final, para hacerla más extranjera y rimpimpín. Mi padre, en cambio, la llamaba a veces alameda o avenida, yo creo que recordando sus tiempos de estudiante en la Ciudad de México, cuando iba a distraerse y a pasar el rato bajo los árboles en la Alameda. Yo, la verdad estaba un poco confusa y no tenía ni idea de cómo llamarle a mi calle infantil. Estaba entre: booulevaardt, (mi madre); boulevard, (que es como correctamente se escribe en francés); o bulevar, (palabra aceptada por la Real Academia de la Lengua Española); o en alameda o avenida, (tal como solía llamarle mi padre). La verdad es que era complicado, mis amigas vivían en sitios más sencillos como: calle Peral, calle Hugo González, calle Hidalgo, calle Rosas, etcétera. Y, ¿tú dónde vives?, me preguntaban. Yo, er, este... en booulevaardt Morelos, les contestaba.

Mi siguiente calle cuando me fui a Ciudad Victoria a estudiar el primer año de bachilleres, fue más sencilla: 7 y 8 Juárez. Allí viví con mi abuela y con mi tía Gloria un año. Ellas eran tan simples como los números de su calle. Hasta parece mentira que fueran mamá y hermana de mi tan refinada madre. Y cuando me preguntaba alguien: Y, ¿tú dónde vives? En Juárez 7 y 8. ¡Uf!, qué alivio sentía al responder. Y a veces hacía combinaciones: Juárez 7 y 8, 7 y 8 Juárez, entre el 7 y el 8 de Juárez, en Juárez entre el 7 y el 8. El caso era que debía de complicarlo un poco. Y a veces, sin querer me salía de muy dentro y agregaba a la pregunta de: ¿tú dónde vives? Yo vivo en Juárez 7 y 8 pero, mis padres en booulevaardt, etc... no lo podía evitar.

Las siguientes calles donde moré casi todas tenían nombres de ríos. Era en mi época de estudiante universitaria en Monterrey, Nuevo León, y vivía en la colonia del Valle: Missouri, Mississippi, Suchiate, Colorado... Había dejado atrás los sietes y los ochos de Juárez y el booulevaardt, pero de vez en cuando me daban unas ganas locas de mencionarlo. Sólo que allí, en Monterrey, parecía que nadie estaba interesado en saber la dirección de tu casa paterna. Entonces las confusiones de identidad se me fueron amuermando en la memoria. Y surgieron las inevitables: ¿De dónde soy? ¿Adónde voy? ¿De dónde vengo? Y a veces hasta: ¿Quién chingados soy?

En Cancún viví en algunas calles que se inundaban cuando llovía y que tenían nombres de peces: Robalo, Pargo, Mero, Esmedregal, Lenguado. O tenían nombres mayas como: Kukulkan, Tulum, Xel-Ha. Y allí, otra vez, se me removieron y salieron a flote los complejos infantiles. Claro, porque el pueblo estaba dividido en supermanzanas, manzanas, lotes y luego calle y su respectiva numeración... O sea, que esta vez había que complicarlo aprendiéndote un chorrotal de palabras y dígitos para explicar el sitio donde te ponías a guardar. Yo viví, por ejemplo, en la supermanzana 25, manzana 4, lote 3, calle Sunyaxchén 12, departamento 6, A. Y no quiero mencionar cuando viví en las calles: Hopelchén, Xcaret, Chichén Itzá o Yaxchilán. Por supuesto que tardé varias horas repitiéndolas y machacándolas en la memoria para poder aprenderlas y pronunciarlas correctamente. Y luego me volví una experta en nombres mayas que hasta el saludo me sabía, era algo así como: Maas kahua lich.

En los años que viví en el De efe, en esa monstruosa metrópoli, estuve durmiendo en un par de calles: Nicolás San Juan era una y San Francisco, la otra. Hasta parece que escogí para recluirme entre veinticinco millones de habitantes, sitios religiosos. Pero no, pura casualidad la de que yo viviera allí entre santos y nada más. Ni católica, ni atea, ni nada, sino todo lo contrario.

Y entonces me vine a España. Viví en El Masnou, en la calle Lluís Millet. Y aquí volvemos a complicarlo. Tenía que aprenderme los nombres de las calles en catalán. Carrer Baixada de San Pere (Calle Bajada de San Pedro), Mare de Déu del Carme (Virgen del Carmen), Llevant (Levante u Oriente), etcétera. ¡Uta madre! Comencé a tartamudear. Ya no sabía si hablar en mi idioma (el español de México), o en castellano (de Catalunya), o tratar de aprender y que me fueran saliendo a borbotones palabras en catalán mal dichas y mezcladas con italiano, inglés y castellano, todo formando una ensalada fonética que podía ser divertida, aunque también algo vergonzosa para una persona tímida como yo.

Ahora vivo en Barcelona en la calle Avinyó. O es acaso ¿Aviñón? Quizás sea Aviñó. En fin, es mi calle. Mi presente: Picasso, las Señoritas de Aviñón; el restaurante pakistaní que tengo al frente; la escuela de las Artes y Oficios, en diagonal; los borrachos que gritan por las noches; los pleitos en las esquinas; los robos; mis amigos que vienen a cenar; los bares, el Ascensor, la Verónica, el Agüelo; la diversidad de gente, de idiomas. Dormirme a las cuatro de la mañana; las fiestas, sí porque es verano, siempre hay pretextos. ¿Barrio Antiguo? ¿Barrio Gótico? ¿Ciutat Vella? Los olores (sin palabras)... los colores, los jonkies, pocos coches. Qué bonito, qué viejo, qué sobrio, qué sencillo. Los callejones enredados, góticos, es más correcto.
Mi Booulevaardt, mi Alameda, mi Avenida, mi Supermanzana, mi Carrer, mi Calle. ¿Aviñón? ¿Avinyò? ¿Aviñó? ¿Avignon? ¿Aviño?
¿Me aclararé?

2000 Coro

viernes, julio 21, 2006

ASÍ FUE

Llegó. Su boca en la mía. Por fin. Me ardía la cara. El corazón me dejó de latir. El páncreas se expandió, el hígado mejoró, la garganta musitaba, los ojos se cerraron, mis manos sudaban, el estómago funcionaba. Mariposas en mi vientre extendieron sus alas y revoloteando jugaron en mi espalda: Era un beso.

jueves, julio 20, 2006

Sin Prisa

Pero sin pausa...

¡¡¡Ya no bebo cocacolas...!!!
Hago ejercicio más de una hora al día.
Escribo, escribo y escribo...
He contestado los mail (sólo me quedan dos).
He hecho favores...
De tan buena que soy, hasta casi me aburro.
La verdad y nada más que la verdad.
Ya desde antes no fumaba, así que no fumo, no cuenta.
Me levanto a las 6 y media cada día (¡uf!).
Hago la cama.
Tengo mis cajones ordenados... etc.
Y...

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